Dulce-Persona le había regalado a Bajo-el-Signo-de-Saturno una colección de cajas de distintos tamaños, colores y tipos para que guardara en ellas sus recuerdos. Apiladas en el rincón de su habitación no se atrevía ni siquiera a mirarlas. Le parecía de mal gusto revisar, clasificar, administrar, discriminar, contrastar, precisar, separar, reorganizar, estructurar, sustituir, la memoria. La habitación en la oscuridad y los contornos desdibujados de puertas y ventanas que resaltaban sobre la claridad los vapores que subían de la calle, en la intimidad de la noche, conformaban un verdadero teatro de sombras. En un comienzo Nuestro Aturdido Personaje era incapaz de reconocer que los fantasmas que circulaban en aquellas paredes corroídas, eran producto de su propia imaginación. Durante mil y una noche- Bajo-el-Signo-de-Saturno atribuía su esquizofrenia a la reconstrucción de un único momento. Sus amigos estaban realmente preocupados. No era la interpretación de una pelicula expresionista la que estaba llevando a cabo, sin embargo las constantes muecas, gestos, vocablos, dichos y tics nerviosos en más de una ocasión hicieron sentir a sus comensales como personajes secundarios de una película de Wiene, Murnau, Herzog o Welles en sus peores momentos. La diferencia, aquí no habían grandes directores de cine ni personajes interpretando papeles como marionetas. Si no que los hilos con que se movía, en tanto que rizoma o multiplicidad, remitían a una multiplicidad de fibras nerviosas que forman a su vez otra marioneta según otras dimensiones conectadas con las primeras: Me explico. Bajo-el-Signo-de-Saturno era hiper-sensible a ciertas melodías, Imágenes, aromas y sabores. Cada sensación lo remitía a un momento muy particular de su vida. ¿Cómo guardar todo aquello en cajas? ¿Cómo seleccionar las vivencias nocturnas que venían a visitarlo con más vida que la suya?
La flor turquesa
Hace 5 meses
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